La filosofía occidental prefiere no reparar las fuentes de
la filosofía de “Platón”, a quien considera uno de los suyos.
Sin embargo, un
filósofo que perfila ya y provee el impulso para el edificio lógico racional de
la filosofía y de la ciencia moderna: un tipo de conocimiento que pretende ser
objetivo, mayormente materialista, cuyo fin es conocer y conquistar la
naturaleza exterior y no tanto la naturaleza interior; donde es más importante
producir discursos de virtuosismo intelectual que poner en práctica y vivir el
conocimiento.
Esta visión de la historia nos quisiera hacer creer que la
filosofía, y en general el pensamiento crítico y el conocimiento validado
objetivamente, nació en Grecia, casi por generación espontánea, liberándose de
la superstición religiosa de todas las otras oscuras culturas del pasado
(literalmente de culturas de tez oscura, como los egipcios).
Por lo tanto, la
tradición de aquellos más allegados a “Platón”, sus contemporáneos y la escuela
místico-filosófica que se desdobló de sus enseñanzas nos dicen que “Platón” fue
principalmente un místico, un iniciado y un teólogo y que su filosofía no es
tan original como se piensa, sino que es la refinación intelectual de una
antiquísima tradición esotérica. Nos dice “Marsilio Ficino”, el gran traductor
de Platón al latín, que su enseñanza puede llamarse "una teología",
puesto que "cualquier tema que trate, sea la ética, la dialéctica, la
matemática, rápidamente lo completa, en un espíritu piadoso, y lo lleva a la
contemplación y veneración de Dios".
¿De dónde obtuvo Platón la sustancia de su conocimiento, eso
que en su aspecto más profundo lo revela como un maestro iniciado en los
misterios del alma y del cosmos? La tradición dice que, de Egipto, de los
misterios órficos y de los pitagóricos.
En la época de “Platón” era común
iniciarse en los misterios de “Eleusis”, los cuales parecen ser la continuidad
de la tradición órfica, la cual aparentemente cifraba en la mitología una serie
de enseñanzas místicas. En un libro, Thomas Taylor nos dice que “Platón”
consideraba que "el gran diseño de los Misterios. Era llevarnos de
regreso a los principios de los cuales descendemos. Una experiencia perfecta
de bien espiritual". Cicerón no podía otorgarles más alta estima a los
misterios:
Sin embargo, las instituciones excelentes y en verdad
divinas que Atenas ha llevado y contribuido a la vida humana, ninguna, en mi
opinión, es mejor que los misterios. Esto debido a que a través de ellos hemos
crecido más allá del modo salvaje de existencia en el que estábamos y hemos
sido educados y refinados a un estado civilizado; y como los ritos son llamados
iniciaciones, así en verdad hemos aprendido sobre el inicio de la vida y hemos
obtenido fuerza no sólo para vivir felizmente sino para morir con esperanza.
Sabemos que “Platón” tuvo en alta estima a Pitágoras (un
ejemplo exotérico de esto es su Timeo, donde muestra que su cosmogonía es
esencialmente pitagórica), algo que en su tiempo no era muy bien visto, ya que
Pitágoras había fundado una escuela mística bastante radical, donde los
filósofos llevaban una vida monástica y donde se realizaban una serie de
prácticas ascéticas similares a las que podemos encontrar entre los yoguis de
Oriente.
Pitágoras, en esto coinciden la mayoría de las fuentes, viajó a
diferentes partes del mundo y fue iniciado en los templos de Egipto. Thomas
Stanley en su biografía de Pitágoras, siguiendo las fuentes clásicas, nos dice
que "el sabio de Samos" estuvo más de 20 años en Egipto, aprendiendo
bajo distintos hierofantes, en Tebas y en Menfis y en otras ilustres
ciudades".
El filósofo neoplatónico “Jámblico” en su libro Sobre los
misterios egipcios le dice a Porfirio que su filosofía debe ser interpretada
"de acuerdo a las antiguas estelas de Hermes, que Platón, ya antes, y
Pitágoras, tras leerlas en su totalidad, utilizaron para crear su filosofía".
Sabemos que Pitágoras no fue el único de los griegos que
viajó a Egipto. El mismo Platón cuenta en el “Timeo” y en el “Critias” que
Solón recibió instrucción de un sacerdote egipcio, quien le revelo la hipótesis
de la Atlántida y la doctrina de la destrucción cíclica del mundo, por el fuego
y por el agua.
El “padre de la filosofía" junto con Pitágoras, Tales de
Mileto, también habría viajado a aprender a Egipto, de donde quizás tomó su
teoría del origen de la vida en el agua, algo que también parece haber informado
a Moisés o a quien sea que haya sido el autor del Génesis, con la idea de las
aguas superiores que preceden a la Creación.
“Diógenes Laercio” cuenta en su pequeña biografía de Platón
que después de la muerte de “Sócrates”, Platón realizó un largo viaje en el
cual "visitó a los filósofos pitagóricos “Éurito” y “Filolao” en Italia y
luego a Egipto a ver a aquellos que interpretaban la voluntad de los dioses; se
dice que Eurípides lo acompañó ahí. En Egipto Platón se enfermó y fue curado
por los sacerdotes".
Platón habría querido luego visitar a los magos en
Persia, pero las guerras asiáticas se lo impidieron. Aunque la información de
Diógenes ha sido puesta en duda por los académicos modernos, esta noción de que
Platón viajó a Egipto era ampliamente aceptada entre los filósofos de su
academia y luego entre los filósofos neoplatónicos, dueños en cierta forma del
verdadero espíritu platónico.
“Thomas Taylor”, el gran traductor de Platón al inglés,
cuyas obras estimularon la imaginación de los poetas románticos, escribió:
Platón fue iniciado al Gran Misterio a la edad de 49. La
iniciación tuvo lugar en una de las cámaras subterráneas de la Gran Pirámide en
Egipto. La Tabla isiaca formaba parte del altar ante el cual el divino Platón
recibió lo que siempre había sido suyo, pero que la ceremonia de los Misterios
encendió e hizo patente.
Con este ascenso, después de 3 días en la Gran Cámara,
fue recibido por el hierofante de la Pirámide (el hierofante era visto sólo por
aquellos que habían cumplido los 3 días, los tres grados, las tres dimensiones)
y se le entregaron las Enseñanzas Esotéricas de manera verbal acompañadas por
el símbolo apropiado. Después de otros 3 meses de viaje iniciático en las
cámaras de la Pirámide, el iniciado Platón salió al mundo con la misión de
llevar a cabo la obra de la Gran Orden, como antes Pitágoras y Orfeo.
Esta "Tabla isiaca" es una referencia a una tabla
antigua que en algún momento se creyó que era de origen egipcio pero que
aparentemente data de los romanos, y en la que se representa a la diosa Isis.
Numerosos eruditos esotéricos han interpretado la tabla, incluyendo al “jesuita”.
Los académicos modernos consideran que estas
interpretaciones jeroglíficas no tienen sentido. De cualquier manera, la idea
de una tabla o una estela con jeroglíficos que inscriben un valioso
conocimiento esotérico, el cual debe preservarse de tal forma que logre
sobrevivir un diluvio o un cataclismo, es una leyenda que atraviesa numerosas
tradiciones y que ha sido el alimento de la más alta curiosidad mistérica.
Buena parte de esta creencia viene del monje egipcio “Manetón”.
El monje Jorge “Sincelo” en el siglo XIII escribió sobre esto:
Se propone entonces hacer algunos extractos en lo que
concierne a las dinastías egipcias de los libros de “Manetón”. Siendo él un
alto sacerdote de los templos paganos egipcios, y basando sus respuestas [al
rey Ptolomeo] en los monumentos que existían en el país “seriádico”.
Estos
monumentos, nos dice, estaban inscritos con caracteres de la lengua sagrada y
con la escritura de “Toth”, el primer Hermes; después del diluvio fueron
traducidos de la lengua sacra a la lengua vulgar, pero aún en caracteres
jeroglíficos, y almacenados por el hijo de “Agathodaimon” y el segundo Hermes,
padre de “Tat” en los templos interiores de Egipto.
El alquimista “Paracelso” en "La aurora de los
filósofos":
Adán fue el primer inventor de las artes, porque tenía
conocimiento de todas las cosas después de la Caída como antes. Por ello
predijo la destrucción del mundo por el agua. De esta causa, también, fue que
sus sucesores erigieron dos tablas de piedra, en las que inscribieron todas las
artes naturales en caracteres jeroglíficos, para que así la posteridad pudiera
familiarizarse con esta predicción, y que así pudiera ser prevenida y se
tomaran provisiones en tiempos de peligro. Subsecuentemente, Noé encontró una
de estas tablas en el Monte “Ararat”, después del diluvio.
En esta tabla estaban
descritos los cursos del firmamento superior y del globo inferior. Por medio de
esta separación, un hombre se volvió astrónomo, otro mago, otro cabalista y un
cuarto alquimista. Abraham, el “Tubalcain” volcánico, un consumado astrólogo y
aritmético, llevó el arte fuera de “Canaan a Egipto”, en donde los egipcios
emergieron con tan grande poder y dignidad que de ahí esta sabiduría se
difundió en otras naciones.
Si aceptamos la posibilidad de que las fuentes del
conocimiento filosófico y en general del conocimiento religioso esotérico
(incluyendo del Corpus Hermeticum) se encuentran en Egipto, debemos considerar
lo que nos dice el mismo Platón y lo cual ha alimentado la imaginación de
místicos, masones, filósofos perennes y teósofos (de alguna manera herederos de
ese conocimiento iniciático): un origen en común de las diferentes tradiciones,
el cual se podría situar en la Atlántida, el mítico continente destruido por
las aguas.
Esta idea, desde este punto en la historia, nos puede parecer poco
plausible y ciertamente remota, pero grandes eruditos e iniciados por razones
conocidas y algunas desconocidas han mantenido que esto es así.
Creo que cada persona piensa y se da cuenta que todas las
religiones hablan de lo mismo ¿Tú que piensas?
exelentye
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